martes, 18 de mayo de 2010

Petroglifos de Pusharo

Desde hace varios años un sitio arqueológico enigmático, perdido en la selva amazónica peruana, es el centro de toda nuestra atención. Se trata de curiosos petroglifos señalados por primera vez en 1921 por el misionero dominico Vicente de Cenitagoya. No tienen ningún equivalente en el Perú. Sin embargo, son únicos. Los petroglifos de Pusharo constituyen un testimonio cultural sobresaliente de los pueblos amazónicos que habitaban la selva de los actuales departamentos de Cusco y Madre de Dios hace muchos siglos atrás. La gran concentración de signos grabados en un panel de dimensiones monumentales convierte a estos petroglifos en una de las manifestaciones de arte rupestre más importantes de la Amazonía peruana. A pesar de que el sitio es conocido desde hace más de ochenta años, recién fue reconocido en el 2003 como patrimonio arqueológico por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.



Para muchos exploradores, buscadores de tesoros y seguidores de la corriente esotérica y mística, la zona de Pusharo y los grabados rupestres estarían relacionados con el legendario Paititi, por lo que desde hace varias décadas recibe la visita, sea ilegal o autorizada mediante un permiso especial de la Jefatura del Parque Nacional del Manu, de grupos extranjeros o nacionales, entre los que figuran aventureros y buscadores de tesoros, productores de cine, escritores, expedicionarios y también miembros de una hermandad mística-religiosa llamada Rahma, que afirman haber entrado en contacto con extraterrestres frente a la pared de los petroglifos, probablemente bajo el efecto de plantas alucinógenos como la ayahuasca.



Los miembros de la comunidad nativa de Palotoa Teparo consideran a Pusharo como territorio de sus ancestros e interactuaban con los petroglifos todavía hasta hace pocos años atrás en el marco de sus rituales vinculados a acontecimientos de caza colectiva de animales silvestres. El estudio de los petroglifos de Pusharo requiere ser continuado, profundizado y ampliado a zonas contiguas a Pusharo donde podrían existir otros sectores con grabados actualmente cubiertos por la vegetación. Estas figuras grabadas cubren una pared rocosa de una cincuentena de metros de longitud, sobre una veintena de altura, orientada este-oeste. Un detalle importante si se considera la función jugada por Inti, el Sol, en la civilización inca. Varios Soles por otra parte están representados sobre la roca. Uno de ellos domina todo el sitio, a cuatro metros de altura. Un sol en espiral, como a su cenit. Un otro Sol, aún más enigmático, no es observable que en un momento bien preciso del día... ¡antes de desaparecer como por magia! Colocado a la izquierda del precedente, parece representar un "sol poniente". Quizá una dirección...



Curiosas caras pueblan también estos petroglifos y desafían la imaginación. ¿Designaban a una población? Aquélla que pobló antes la región. ¿Se trataba del censo de esta población? Se observa aún la omnipresencia de figuras escalonadas, o en "escalera", tan comunes a la cultura inca. Algunos recuerdan tumis, hachuelas incas utilizadas en la vida diaria, religiosa incluso médica. A menudo también, algunos largos trazados sinuosos parecen figurar el curso de ríos amazónicos o la silueta de montañas. Se puede ver también una figura espléndida con la forma de un serpiente: se trata quizá del Madre de Dios (quién se llamaba, en quechua, Amarumayu, es decir el Río Serpiente). Se sitúa a la extrema derecha de la pared. Arriba del cual parece nacer un tercero sol. El de la mañana (¿el este?), decorado con cuatro rayos.




¿Qué representan estas figuras perdidas en la selva a cientos de kilómetros del mundo habitado? ¿Se trataría de un "mapa geográfica memoria" de una región precisa? Pero, en este caso, ¿de qué mapa se trataría? ¿Y sobre todo de qué zona? ¿Los petroglifos de Pusharo eran una mapa para conducir a los viajeros de la época heroica de los Sapa Incas hasta la legendaria ciudad de Paititi? Una cosa está segura: los petroglifos de Pusharo no fueron grabados allí por casualidad. Algunos elementos de la cultura inca están representados ampliamente allí, mientras que otros parecen estar vinculados a una cultura amazónica de origen desconocida.

Desde el 2001, Thierry Jamin, arqueólogo y explorador francés, dedica sus trabajos a la interpretación de los petroglifos de Pusharo. Durante sus últimas campañas de investigaciones descubrió nuevos petroglifos, extrañas cruces y la cara enigmática de un hombre barbudo cuyo el frente es ceñe de la maskapaicha, la franja imperial de los Incas. ¡Muy curioso! Aún más inquietantes, son varias secuencias de "dibujos abstractos", quiénes parecen figurar a una antigua escritura. Eso se asemeja un poco a unos "cartuchos" egipcios. Para Thierry Jamin, Pusharo podría constituir la "piedra de Roseta" de la civilización inca. El arqueólogo francés redacto el primer estudio de envergadura consagrado a los petroglifos de Pusharo, con un prefacio de Nicole y Herbert Cartagena y la propuesta de un plan de manejo del sitio de Pusharo por parte del arqueólogo cusqueño Raúl del Mar Ismodes. Debemos tomar conciencia hoy en día del valor arqueológico excepcional del sitio y adoptar las medidas urgentes para protegerlo.
Ubicación y acceso

Pusharo está ubicado en la cuenca media del río Palotoa, distrito y provincia de Manu, departamento de Madre de Dios, suroriente del Perú, a una altura de 529 m.s.n.m., dentro del Parque Nacional del Manu, integrante del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE), bajo la jurisdicción y tutela del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA). Según la nueva zonificación del Plan Maestro del PNM actualizado (INRENA/Pro-Manu, 2004), Pusharo forma parte de la Zona Histórico-Cultural del PNM, que abarca 18252.68 has y se encuentra localizada en el sureste del área protegida.




El acceso desde el Cusco es por la carretera de penetración a la selva. Pasando por el pueblo andino de Paucartambo y los centros poblados amazónicos de Pillcopata y Salvación, se llega, tras un recorrido de unas 7 horas en vehículo particular, al km. 250, en el que se encuentran el embarcadero de Santa Cruz y un Puesto de Vigilancia del PNM, en el que deben registrarse los visitantes, autorizados por la Jefatura del PNM en el Cusco para visitar a Pusharo. El viaje prosigue en "peque peque" (bote de madera con motor de dos tiempos), siguiendo primero, río abajo, el Alto Madre de Dios, hasta cerca del poblado y misión dominica de Shintuya; luego se surca el río Palotoa hasta el Tambo Palotoa, en la margen izquierda, donde se puede pernoctar, previa coordinación y pago al representante de la comunidad encargado del albergue. Si el caudal lo permite, se puede llegar el mismo día hasta el refugio Pusharo, ya en el PNM, y surcar o caminar al día siguiente hasta el pongo donde se encuentran los petroglifos. En estiaje, el viaje en bote termina en el Tambo o, río arriba, en la desembocadura del tributario llamado Avaroa (lugar también conocido como Rinconadero), donde existe un conjunto de casas pertenecientes a un grupo familiar matsiguenka llamado "Japón". Desde aquí el trayecto por tierra demanda tres horas de camino a pie hasta Pusharo, siguiendo el lecho del río Palotoa.